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martes

Ensayo Filosófico

“Los filósofos levantan polvaredas
para después quejarse
de que no se ve bien.”
Berkeley.


Cómo escribir un ensayo o un artículo filosófico
Por Ana Cuevas Badallo. Universidad de Salamanca

Los ensayos filosóficos son diferentes de otro tipo de textos, como pueden ser los artículos científicos, los de opinión o los textos literarios. Generalmente, presentan un argumento a favor o en contra de alguna tesis en particular. Por ello, no consisten simplemente en mostrar unos hechos, opiniones o creencias; siempre es necesario proponer argumentos que sustenten la afirmación principal. Pueden construirse en torno a una idea defendida previamente por un filósofo, intentando criticar o mostrando sus puntos débiles. En otras ocasiones se puede mostrar el acuerdo que se tiene con las ideas de otro. Pero hay que tener muy presente que lo importante no es nuestra postura al respecto, sino la calidad de los argumentos que expongamos para sostenerla.

Un ensayo no puede consistir en una concatenación de datos que puedan encontrarse en cualquier enciclopedia. Es preciso centrarse en la afirmación principal y descartar esas otras ideas que pueden hacernos perder el hilo del argumento principal. Como decía Ortega, la claridad es la cortesía del filósofo, por ello es preciso intentar no perder de vista nuestro objetivo y defenderlo con claridad.


Un ensayo o trabajo filosófico ha de mostrar que se entienden ciertos problemas y que se es capaz de pensar críticamente acerca de ellos. Por lo tanto es preciso mostrar un pensamiento independiente. Esto no significa que deba proponerse necesariamente una teoría propia o que se deba hacer una contribución completamente original al pensamiento. Sin embargo, es preciso intentar proponer argumentos propios, o una manera novedosa de elaborar, criticar o defender algún argumento del que se haya tratado anteriormente. Limitarse a resumir lo que han dicho otros no es suficiente.

El empleo de recursos bibliográficos

Es preciso utilizar los recursos disponibles con inteligencia. Para ello, lo mejor es seleccionar un número manejable (entre dos y tres) de fuentes primarias. Entre ellas pueden incluirse artículos. Internet es un recurso perfectamente válido para encontrar información, aunque es preciso saber discriminar entre la calidad de las diferentes aportaciones.
Cuando se empleen las ideas de otro es preciso citarlas siempre, incluso en el caso de que se trate de un recurso encontrado en Internet. Una cita oculta es un plagio y contribuye, en todo caso, negativamente en el resultado final. Por ello, lo mejor es entrecomillar y poner la referencia de dónde procede la cita. En el caso de que el ensayo no consista más que en una concatenación de citas, no es un buen ensayo, ya que no se defiende ningún argumento propio.


El lenguaje empleado

Debemos tener siempre presente la frase de Ortega —la claridad es la cortesía del filósofo—, y evitar las construcciones barrocas y la terminología oscura, puesto que el objetivo es que se nos entienda. Un ensayo filosófico ha de estar escrito de tal manera que cualquier persona con un buen nivel educativo pueda entenderlo, una vez informada de la terminología filosófica consensuada, que el ensayo debe contribuir a aclarar. Los problemas filosóficos ya suelen resultar bastante embrollados de por sí, por lo que es recomendable no contribuir más aún a la confusión. Para ello es preciso emplear los términos con rigor, no queriendo decir algo en un momento y lo contrario en otro. Para ello debemos esforzarnos en emplear el castellano de manera correcta, teniendo cuidado con la ortografía, los acentos y los signos de puntuación. Si se tienen dudas se puede consultar el manual de ortografía de la RAE (en www.rae.es). Además, el ensayo debe estar bien organizado, dejando claro qué se va a intentar mostrar desde el principio, con un desarrollo central de las ideas y con una conclusión en la que se recoja en forma resumida el planteamiento inicial y las conclusiones finales.


En particular ¿qué hay que hacer en un ensayo filosófico?

Un ensayo filosófico consiste en la defensa razonada de una afirmación, lo que significa que debe ofrecer al menos un argumento. Es decir, en filosofía un ensayo no consiste en la mera presentación de unas opiniones, ni tampoco en el relato de lo que otros filósofos han opinado al respecto de un asunto. Es preciso que el que escribe defienda sus propias afirmaciones y que ofrezca buenas razones para ello.

No se puede decir simplemente: Mi opinión es que P.

Habría que decir algo así como:

Mi opinión es que P, y lo creo por las razones siguientes.... O,
Pienso que las siguientes consideraciones proporcionan un argumento convincente para P.

Tampoco se puede decir:

Descartes dice que O.

En su lugar diríamos: Descartes dice que O, sin embargo considero que esto no es del todo cierto por las siguientes razones: ... O, Descartes dice que O. Considero que esta afirmación es plausible por los siguientes motivos: ...

Hay una variedad de objetivos que se pueden perseguir en un ensayo filosófico. Generalmente, se comienza exponiendo alguna tesis o argumento a consideración. A continuación se lleva a cabo una o más de las siguientes acciones:
• Se critica el argumento, o se muestra que ciertos argumentos que sustentan la tesis no son correctos.
• Se defiende el argumento o la tesis contra las críticas de alguien.
• Se ofrecen razones por las que creer en la tesis.
• Se ofrecen contraejemplos de la tesis.
• Se contrasta los puntos débiles y fuertes de dos puntos de vista opuestos acerca de la tesis.
• Se proponen ejemplos que ayudan a explicar la tesis, o que ayudan a hacer la tesis más plausible.
• Se discute que ciertos filósofos están comprometidos con la tesis, aunque quizá no lo hayan hecho de manera explícita.
• Se discute qué consecuencias podría tener la tesis, en el caso de que fuese cierta.
• Se revisa la tesis a la luz de alguna objeción.

No importa cuál de estos objetivos sea el que se quiera llevar a cabo, es preciso hacer explícitas las razones que se tienen para afirmar lo que se afirma. En muchas ocasiones se puede pensar que, puesto que cierta afirmación es evidentemente verdadera, no merece mucho la pena presentar argumentos en su favor. Sin embargo, resulta bastante fácil sobreestimar la fuerza de nuestra propia posición. Por ello, es preciso asumir que la audiencia no ha aceptado todavía nuestra posición, convirtiendo el ensayo en un intento de persuadirles.

Un buen ensayo filosófico es modesto y propone un asunto pequeño, pero construye el tema de manera clara y directa, al mismo tiempo que ofrece buenas razones que lo sustentan. Hay quien intenta conseguir mucho en un ensayo filosófico. Generalmente el resultado es un ensayo difícil de leer y repleto de afirmaciones inadecuadamente defendidas y pobremente explicadas. Por ello, no hay que ser excesivamente ambicioso. No hay que intentar establecer conclusiones revolucionarias en un trabajo de 10 ó 15 páginas.

Los tres estadios de la escritura
1. El primer estadio
Incluye todo lo que hay que hacer antes de sentarse a escribir el primer borrador. Es preciso tomar notas de las lecturas, bosquejar las ideas, intentar explicar el principal argumento que se quiere avanzar y componer un resumen. Es útil discutir el asunto con otras personas. Una de las mejores maneras de saber si se comprende un asunto es intentar explicárselo a alguien a quien no le es familiar. No se puede explicar adecuadamente un ensayo o argumento a no ser que se haya comprendido. También es muy conveniente hablar con alguien acerca de lo que queremos discutir en el ensayo o trabajo. Cuando se han elaborado las ideas de manera que se pueden explicar verbalmente a otro, entonces estamos en disposición de comenzar a escribir un esquema.

Cómo hacer un esquema

Antes de nada es preciso responder a las siguientes preguntas: ¿en qué orden se deberían exponer los distintos temas y posiciones que se van a discutir? ¿En qué momento se debería presentar la posición o el argumento de nuestro oponente? ¿Alguno de los temas que se van a tratar presuponen algún otro que es preciso exponer, aunque sea brevemente? La claridad general del trabajo depende en gran

medida de su estructura, por eso es tan importante pensar en estas cuestiones antes de comenzar a escribir.
Es muy aconsejable bosquejar un pequeño esquema del trabajo o ensayo, así como de los argumentos que se van a presentar, antes de comenzar a escribir el borrador. Permite organizar aquellos aspectos que se quiere aparezcan en el trabajo, así como las razones por las que encajan entre sí.
A quien madruga…
Los problemas filosóficos y su tratamiento en la literatura filosófica requieren de una reflexión cuidadosa y extensa. Es mejor no esperar a que sólo nos queden dos o tres días para entregar el artículo o ensayo.
Es preciso darse tiempo para pensar en el problema y escribir un resumen detallado. Sólo entonces es posible sentarse y completar el primer borrador. Una vez que se haya escrito este borrador, es conveniente dejarlo un par de días de lado y entonces volver a leerlo y rescribirlo. Cuántas más veces se haga esto, mejor será el ensayo. Si se tiene ocasión, es conveniente que otras personas lo lean y que transmitan sus reacciones. ¿Se entiende el tema principal? ¿Hay partes del borrador poco claras o confusas?
2. Escribir el borrador
Una vez que se hayan llevado a cabo los pasos anteriores se está en disposición de sentarse y escribir el borrador completo.

Es preciso usar un lenguaje simple. La elegancia literaria es muy difícil de conseguir y, por lo general, lo máximo que se alcanza es una burda y mala imitación de otros autores. Por ello, cuanto más claro, simple y sencillo se escriba, mejor será el ensayo. Las frases han de ser lo más directas y concisas que se pueda. Eso no quiere decir que se empleen coloquialismos, hay ciertas expresiones que no se deben emplear por escrito. Hay que ser preciso, los términos filosóficos tienen una larga tradición y hay que emplearlos adecuadamente. A pesar de que el ensayo o trabajo vaya a ser leído por personas que saben del asunto, no por ello debemos caer en la sofisticación al escribir. Lo único que se consigue es convertir el ensayo en un texto completamente ininteligible. Posiblemente se hayan leído algunos filósofos de renombre cuya prosa es oscura y complicada. Cualquiera que los lea los suele encontrar difíciles y frustrantes.

Esos autores suelen considerarse filosóficamente importantes a pesar de su manera de escribir, y no gracias a ella. Lo mejor es no intentar emular sus estilos. Hay autores, como Heidegger, de los que puede decirse que su manera de escribir tiene una justificación filosófica. Sin embargo, Ortega decía de él que su intención de ser oscuro era un tanto innecesaria.

La estructura del ensayo ha de ser patente

La estructura debe ser obvia para cualquier lector. No hay que hacerle perder el tiempo intentando adivinar a dónde se quiere llegar. Hay que evitar la falacia non sequitur. Cuando se conectan dos partes de un argumento con: “Entonces”, “por ello”, “por lo tanto”, “de ahí se sigue que” y estructuras similares hay que tener cuidado y estar seguro de que la segunda parte del argumento se sigue realmente de la anterior.

Una manera de hacer patente la estructura del ensayo es recordarle al lector lo que se ha dicho hasta el momento y lo que se va a hacer a continuación. Para ello se pueden emplear estructuras como:
Para comenzar...
Antes comenté qué es inadecuado en este argumento, ahora paso a ...
Estos pasajes sugieren que...
No defenderé esta afirmación ...
Más razones que sustentan esta afirmación son ...
Por ejemplo ....
Por último, se debe dejar claro y de forma explícita cuándo se está proponiendo un punto de vista propio y cuándo se están utilizando las ideas de otros filósofos. El lector nunca debe tener duda acerca de qué afirmaciones se están defendiendo en el ensayo concreto que está leyendo, y quién las defiende. En general, es preciso formular el problema o cuestión de la que se quiere tratar desde el principio del ensayo y tenerla presente todo el tiempo. Es conveniente tener claro cuál es el problema y por qué es un problema. Hay que estar seguro de que todo lo que se escribe es relevante para el problema central, y no perderse por las ramas. Al tiempo, en lo referente al problema central, es necesario explicarse con extensión suficiente, esto es, cuando se tiene un buen argumento no se puede, simplemente, exponerlo sin más en una frase. Hay que explicarlo, dar ejemplos, dejar claro cómo encaja en el planteamiento general.

Hay que tener cuidado con lo que se dice y cómo se dice. Cuando se expone una idea hay que hacerlo sin ambigüedades, diciendo exactamente lo que se quiere decir. Para ello hay que sopesar bien cada uno de los términos del enunciado y reflexionar después de escribir cada frase si la idea que se quiere transmitir está o no clara en lo que se ha escrito.

El uso de ejemplos y definiciones
En un ensayo filosófico es muy recomendable emplear ejemplos. Muchas de las afirmaciones que se hacen en filosofía son abstractas y difíciles de entender y los ejemplos son la mejor manera de clarificarlas. Los ejemplos también son útiles a la hora de explicar las nociones que juegan un papel central en un argumento. Ayudan a dejar claro cuál es el sentido que se quiere dar a ciertos términos aparentemente no problemáticos del lenguaje coloquial, pero que pueden tener un sentido filosófico controvertido. Es habitual en filosofía emplear algunas palabras de manera diferente a como se usan de manera coloquial. En ese caso hay que dejar claro el sentido que se está utilizando. Para ello, nada más útil que decir claramente qué se entiende en cada caso. Por ejemplo, algunos filósofos usan la palabra “persona” en el sentido de cualquier ser que es capaz de pensamiento racional y de auto-conciencia. En este sentido, se puede afirmar que los niños recién nacidos no son personas y por lo tanto no tienen ni las obligaciones ni los derechos que se atribuyen generalmente a las personas. Éste no es el sentido habitual del término, y ni siquiera existe consenso filosófico al respecto. Por lo tanto, si se va a adoptar ese punto de vista, es mejor decirlo explícitamente.

Cuando se empleen conceptos propiamente filosóficos, lo más adecuado también es dar la definición o sentido en el que empleamos ese concepto. Es aconsejable porque en muchas ocasiones el mismo término puede tener sentidos distintos según se emplee la definición de diferentes autores.

Emplear el vocabulario siempre de la misma manera

Hay una gran diferencia entre “yo”, “alma” y “mente”, emplearlos como sinónimos implica un gran desconocimiento filosófico. Lo mejor es emplear los términos de forma adecuada, sin pretender, dejándonos llevar por el gusto por la variedad o por afán de originalidad, dar nuevos sentidos a términos con una gran tradición filosófica. En caso de duda, siempre es conveniente emplear un diccionario filosófico, como por ejemplo, el diccionario de José Ferrater Mora.

Presentar y valorar las ideas de otros
Si lo que se va a hacer en el ensayo es discutir las ideas de otro filósofo, lo más adecuado es comenzar por extraer el argumento principal del autor en cuestión. A continuación habría que analizarlo intentando responder a las siguientes preguntas: ¿Es el argumento un buen argumento? ¿Sus presuposiciones se han planteado de manera clara? ¿Son plausibles? ¿Hay suficientes razones para afirmar ese argumento, o por el contrario, deberían haberse propuesto motivos independientes? Hay que estar seguro de que se entiende exactamente la posición que se está criticando. Es bueno recordar que la filosofía requiere de un elevado grado de precisión. No es suficiente con dar la idea general de la posición o argumento de alguien. Es preciso mostrarla de manera exacta.

Nunca se han de tratar las ideas de un filósofo como si fuesen estupideces. Si lo fuesen no estarían siendo analizadas. Que no se aprecie cuál es la importancia de una tesis, no quiere decir que no la tenga: la falta de aprecio puede deberse a la falta de conocimientos propios o a que no se ha comprendido realmente lo que su autor propone.

Citas
Cuando un parágrafo de un texto es especialmente útil a la hora de apoyar nuestra interpretación de la perspectiva de un filósofo, puede ser de gran ayuda citar el pasaje directamente. Sin embargo, las citas deben usarse con mesura. En ocasiones puede ser mejor parafrasear lo que el filósofo ha dicho, en lugar de citarlo directamente. En cualquiera de los dos casos es preciso citar la obra y las páginas que se están empleando.

Paráfrasis
En algunas ocasiones, cuando se parafrasean las palabras de un autor se puede caer en la tentación de hacer una especie de traducción, cambiando algunas palabras por otras, omitiendo algunas, pero manteniéndose excesivamente próximo a las frases que aparecen en el original. Esta paráfrasis estaría mal hecha. Una paráfrasis adecuada sería aquella que explicase qué se quiere decir en el texto de manera más clara o de forma que justifique la crítica que estemos realizando, es decir, haciendo más claro y evidente lo que no tiene por qué estarlo en la cita original.


Anticipar las objeciones
Es muy conveniente intentar anticipar las objeciones a la perspectiva que se está defendiendo. También lo es intentar imaginar las respuestas que nos daría el filósofo cuyas ideas estamos criticando. No hay que tener miedo a presentar las objeciones a nuestra tesis, es mejor que lo hagamos nosotros a que nos lo señalen después, porque podría suponerse que no éramos conscientes de la posible debilidad de nuestro argumento. Por supuesto, es imposible anticipar todas las objeciones, hay que estar preparados para las críticas y la respuestas. En eso consiste, precisamente, la tarea filosófica.


3.Escribir el ensayo
Si se ha prestado atención a las recomendaciones anteriores, el paso definitivo de escribir el ensayo “sólo” consistirá en rescribir ese borrador. Es recomendable dejar el borrador unos días en reposo y volver a leerlo con una actitud crítica, entonces la escritura definitiva del ensayo será mucho más sopesada. Pasos a seguir:
- En primer lugar, debemos extraer el Resumen o Abstract del artículo, esto es, un resumen en unas cinco u ocho líneas de lo que se va a tratar en el ensayo.
-A continuación, se procede al desarrollo del ensayo, con apartados bien diferenciados en los que se recoge las diferentes partes del argumento que se presenta.
-Se recoge, al final, en las conclusiones, el punto desde el que se había comenzado, los principales argumentos que se han empleado para sustentar nuestro punto de vista y las objeciones que adelantamos.
- Por último, se reseñará la bibliografía que se ha empleado. (Ver anexo)

4. Concluyendo
Un ensayo no tienen por qué proporcionar la solución definitiva a un problema filosófico, de hecho hay pocas soluciones definitivas en filosofía. Hay grandes ensayos filosóficos que se limitan a señalar que ciertas cuestiones necesitan ser clarificadas, o que las cuestiones tienen que ser comprendidas a la luz de nuevas consideraciones. En ocasiones los ensayos consisten en mostrar ciertos supuestos que deben ser puestos

en duda, o que anteriores respuestas no daban, realmente, una solución a los problemas. Por ello, es conveniente dejar cuestiones abiertas al final del ensayo, indicando que se consideran como problemas dignos de ser tenidos en cuentan en el futuro.
En el caso en que se esté contraponiendo dos puntos de vista es perfectamente válido no decidirse por ninguno de ellos, mostrando los puntos débiles y fuertes de ambos.


Asuntos prácticos…
Generalmente, cuando escribimos un ensayo para clase o para enviar a una publicación se nos impone un límite de páginas. Es mejor quedarse corto que pasarse. Para ello, lo mejor es no ser excesivamente ambicioso y partir el ensayo en tantas partes como sea necesario. Si se puede hacer esto es que la idea es fértil y nos permitirá obtener más beneficios de ella en el futuro.
...y rutinarios
Emplear un formato claro, escogiendo un tipo de letra que se entienda bien y a un tamaño razonable (11 o 12). Emplear doble espacio, paginar las hojas y emplear márgenes con holgura. Es mejor no hacer portadas muy vistosas; con el título, el nombre de quien lo escribe y su dirección de correo electrónico es suficiente. Hay que quedarse siempre con una copia. A veces los ensayos se pueden extraviar, perdiéndose al mismo tiempo una gran cantidad de trabajo y esfuerzo.
Anexo sobre las citas y la construcción de bibliografía
Cada publicación suele tener sus propios requisitos de formato a la hora de citar, en ese caso habrá que atenerse a los mismos. Sin embargo, si el ensayo se va a presentar en clase se puede escoger una manera propia de citar.
Cuando se cite una obra a lo largo del ensayo, lo más cómodo es hacer lo siguiente:
“Gran parte de ellos (los artesanos) conseguían a través de su aprendizaje el conocimiento indispensable para convertirse en maestros. Es así como el aprendizaje, en tanto regulaba la transmisión del conocimiento al interior de la comunidad artesanal, se erigía en el mecanismo por excelencia de reproducción de dicha comunidad.” (BUCHBINDER, 1991, 31)

Cada vez que se emplee el texto se volverá a poner (BUCHBINDER, 1991, con la nueva página). No se pone la referencia completa a pie de página a no ser que lo exija la publicación. De esta manera no tendremos que usar ibid. y recursos similares, que pueden ser confusos y originar problemas posteriores.
En cuanto a la bibliografía, hay una serie de datos que son imprescindibles que aparezcan siempre. En el caso de que sea un libro: En el caso de que sea un artículo de revista:
1. Nombre del autor(es)
2. Título de la obra
3. Lugar de edición
4. Editorial
5. Año 1. Nombre del autor(es)
2. Título del artículo
3. Título de la revista
4. Año
5. Volumen o número
6. Páginas del artículo