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Guerra y filosofía


Las víctimas de la Guerra y los significados de la reconciliación desde el pensamiento de Emanuel Lévinas

Giovanni Salazar Valenzuela[1]


Las víctimas de la Guerra y los significados de la reconciliación desde el pensamiento de Emanuel Lévinas

Giovanni Salazar Valenzuela[1]

RESUMEN

 Emmanuel Lévinas nos ayuda a entender y comprender los significados de la reconciliación  a partir de la experiencia limite del sufrimiento. Lévinas propone una concepción de la alteridad que se base sobre la epifanía del rostro del otro como un llamado a ejercer la responsabilidad.

 El Otro, es la fuente de toda alteridad ya que el escuchar las voces de las víctimas, será necesario para encontrar los diferentes significados de la reconciliación.   Solamente de esta manera, se podrá iniciar el proceso de sanación social, para un país que se encuentra postrado en cuidados intensivos.

Palabras clave: alteridad, sanación, Otro, reconciliación, paz, victimas derechos humanos.

ABSTRACT
Emmanuel Levinas helps us to understand and comprehend the meanings of reconciliation from the limited experience of suffering. Levinas proposes a conception of otherness that is based on the epiphany of the face of the other as a call to exercise responsibility.

  The other is the source of all otherness as listening to the voices of the victims, it is necessary to find the different meanings of reconciliation. Only in this way, you can begin the process of social healing, for a country that is lying in intensive care.

Keywords: otherness, healing, Other, reconciliation, peace, human rights victims.

RESUMO

  Emmanuel Levinas nos ajuda a entender e compreender os significados de reconciliação a partir da experiência limitada de sofrimento. Levinas propõe uma concepção de alteridade que é baseado na epifania do rosto do outro como uma chamada a exercer a responsabilidade.

  A outra é a fonte de toda a alteridade como ouvir as vozes das vítimas, é necessário encontrar os diferentes significados de reconciliação. Só desta forma, você pode começar o processo de cura social, para um país que está deitado em cuidados intensivos.

Palavras-chave: alteridade, cura, reconciliação, Outros, paz, vítimas, direitos humanos.






1. INTRODUCCIÓN

Según la Resolución 60/147 del 16 de Diciembre del 2001, la Asamblea General de Naciones Unidas considera como Víctima a:
"Toda persona que haya sufrido daños, individual o colectivamente, incluidas lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdidas económicas o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales como consecuencia de acciones u omisiones que constituyan una violación manifiesta de las normas del Derecho Internacional Humanitario. También en los casos en que corresponda y de conformidad con el derecho interno de cada país, el término víctima también comprenderá a la familia inmediata o las personas a cargo de la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para prestar asistencia a víctimas en peligro o para impedir la victimización"
Para un buen entendedor, sencillamente, existe un mínimo  que las caracteriza y es que sus vidas, sus bienes y su futuro fueron destruidos por perpetradores que conscientemente  las sacrificaron como un medio para la obtención de sus fines políticos. En este contexto, su sufrimiento las iguala y las reúne alrededor de todo el mundo, sin importar las diferencias de origen de sus victimarios, ni la validez de sus argumentos.
Sin embargo, el termino de víctimas merece algunas consideraciones previas, que parten de las características de quienes causan el daño.
Cuando no existe un conflicto armado, pero se perpetra un acto por una organización terrorista, las víctimas se denominan víctimas del terrorismo. Tómese como ejemplo el caso de España, donde las acciones de la ETA son consideradas actos de una organización terrorista.
En cambio, cuando se trata de un conflicto armado, donde los ejércitos revolucionarios tienen como fin la toma del poder por medio de la lucha armada y las acciones bélicas son contrarrestadas por las Fuerzas Armadas, se denominan a las víctimas, como víctimas del conflicto armado o víctimas de guerra interna. A estas últimas es a las que  hago referencia en esta ponencia.
Frente a un conflicto armado, los derechos de los cuales gozan las víctimas del mismo son: el derecho a la verdad, el derecho a la justicia y el derecho a la reparación.
El ejercicio de estos derechos debe ser garantizado por el Estado a través de su derecho interno, del derecho internacional o de los tratados en los que es parte, asegurando a las víctimas del conflicto armado un acceso igual y efectivo a la justicia, una reparación adecuada, efectiva y rápida del daño sufrido y acceso a información pertinente sobre las violaciones y los mecanismos de reparación, de manera de que los procedimientos jurídicos y administrativos que ellas deban enfrentar para obtener verdad, justicia o una reparación, no den lugar a un nuevo trauma.
La desinformación general, junto con la ausencia de la protección del Estado, han llevado a la terrible situación de injusticia en la que se encuentran desde hace décadas las víctimas de la guerra interna, que no son reconocidas como tales ni gozan de ningún derecho y el Estado les deniega expresamente su acceso a la justicia.Hoy su dolor se repite nuevamente por los daños sufridos y por la desidia de los gobiernos, que no se preocupan por establecer una política de estado al respecto.
2. LOS SIGNIFICADOS DE LA RECONCILIACIÓN DESDE LAS VOCES DE LAS VÍCTIMAS.[2]
En su visita a la O.N.U., en 1965, Pablo VI había pedido que cada uno tenga conciencia de su responsabilidad y se comprometa a trabajar para el destino de todos los pueblos y de toda la humanidad: « ¡Nunca más los unos contra los otros, nunca, nunca más! ».[3] El Papa entonces se refería a las guerras mundiales y al genocidio judío. Hoy, ¿qué queda de éste grito? ¿Cuántas veces los derechos humanos no han sido violados? Basta mirar los últimos acontecimientos, para comprender que los hombres necesitan todavía de normas y reglas para limitar la violencia ciega de los fundamentalistas y nacionalistas.[4]

En este sentido, Emmanuel Lévinas nos ayuda a releer los significados de la reconciliación a partir de la experiencia limite del sufrimiento y de la barbaridad de los pueblos. Filósofo, Lévinas propone una concepción de la alteridad que se base sobre la epifanía del rostro del otro y llama a la responsabilidad de cada uno. El Otro, o sea « ser-para-el-otro » es decir « imagen y semejanza » es la fuente de toda alteridad y garantiza una fundamentación de los derechos humanos.

Desde la Revolución francesa, la libertad conduce al pueblo y su conciencia.[5] Entender y comprender los derechos humanos obliga a tomar en cuenta,  la historia de cada uno y de todos los seres humanos,  las grandezas y las limitaciones de las sociedades en las cuales estos nacen, se prolongan y mueren. De la misma manera que la libertad, la igualdad y la fraternidad han nacido a partir de una emancipación de la monarquía. Igualmente, la reflexión  sobre los derechos humanos no puede desdeñar los conflictos armados que han sucedido desde antes y después de la proclamación de los mismos y la constante violación que siguen todavía imperando en varios lugares del orbe, haciendo caso omiso de ellos o simplemente, ignorándolos.

Testigo a su manera de una época de genocidios y masacres, Lévinas ha logrado  inmortalizarse por medio de su conciencia. Su filosofía llega a ser un humanismo viable para acercarse de manera nueva a los derechos del hombre y de todos los hombres
Cualquier violación de los Derechos Humanos, genera un derecho a la restauración de las víctimas, de sus familiares y de la sociedad. La restauración[6], es un derecho individual y colectivo, de carácter integral, ya que equivale a restituir, indemnizar y rehabilitar a las víctimas de la violencia, por que el Otro, también tiene voz. Para desarrollar esta labor; el trabajo de la reconciliación en Colombia requiere identificar desde las voces de las víctimas, los significados y requerimientos para la urgente e inaplazable reconciliación de los colombianos. La reconciliación, “Es el proceso por el cual se restablecen las relaciones rotas por el conflicto, mediante la recuperación de la memoria histórica y la memoria de las víctimas, la justicia, la restauración integral de las víctimas y la reconstrucción”[7]

La Reconciliación, en su dimensión de verdad, superación de la impunidad, reparación integral y reconstrucción,  es el único camino posible para la redención de las víctimas de la violencia,  el cierre del ciclo de las violencias y la construcción de una paz estable y duradera en Colombia. La reconciliación, es el elemento terapéutico necesario que eventualmente podrá rehabilitar y sanar las heridas sociales  que ha dejado el conflicto armado en Colombia.
Según Esperanza Hernández,[8] existen, múltiples razones para la reflexión y la práctica alrededor de la reconciliación y posiblemente en países como Colombia. Dentro de estas señala:

·         El impacto en términos de incremento de la espiral del odio y la venganza, de la persistente presencia de la violencia en sucesivas generaciones, las huellas que deja la violencia y especialmente los conflictos armados, tanto en quienes son objeto de los mismos como en quienes la ejercen.

·         La necesidades de  verdad, justicia, restauración y reparación de las víctimas de la violencia y de cerrar el ciclo de las violencias y  de  encontrar  rastros,   desde  una construcción  colectiva  e  incluyente  de  todos  los involucrados y afectados,  sobre los requerimientos para la reconciliación. 

·         La necesidad  de perdón  y aceptación,  de  quienes asumieron en forma valerosa, un cambio en su opción de vida y proyección política, dejando las armas para construir desde la civilidad la paz. La necesidad de detener la degradación y la barbarie, propia de los conflictos armados prolongados. La necesidad de trabajar por la reconciliación, aún desde el conflicto armado, y por sus posibilidades en el posconflicto. Para que la reconciliación pueda ser asumida como dimensión de una paz estable y duradera.

La reconciliación se encuentra en la misma dimensión de la paz, de hecho, es un requisito eminente para la consecución de la misma por medio de fundamentos sólidos, estables y duraderos. En forma generalizada, la reconciliación ha sido entendida como proceso de negociación de paz de conflictos armados o la resultante de estos.  También,  como perdón y olvidó, materializados  en  procesos  de  amnistías  e  indultos  a  movimientos insurgentes.[9]

Con  relación  a  esta  noción  divulgada  de  la reconciliación,  se  enfatiza  que  la misma es  un  concepción restringida, dado que la reconciliación no se materializa simplemente con la firma de los acuerdos de paz, y que no puede ser el producto de las condiciones pactadas en un proceso de negociación política entre el Estado y los actores armados.   La   reconciliación debe consultar necesariamente las voces de los Otros, es decir, de las víctimas de la violencia, dado que desconocer estas voces impide cerrar el ciclo de la violencia y construir una paz sólida y duradera.[10]

Frente a conflictos armados de larga subsistencia, no se debe esperar la materialización de la paz con la simple firma de los acuerdos de paz, identificando la paz con la ausencia de violencia directa o el silenciar de las armas. Tal como explica, Johan Galtung[11], en muchas ocasiones ese alto al fuego se convierte en la antesala de un nuevo ciclo de violencia, evidenciando el fracaso en la transformación de los conflictos.

Es preciso tener en cuenta,  que la violencia no sólo encuentra  su  origen  en  la  agresión  física,  sino  en estructuras  sociales  que  generan  exclusión,  dominio, marginación, injusticia social e imposibilidad de satisfacer necesidades básicas, y en la cultura.  Estas dimensiones de la violencia,  deben ser tenidas en cuenta dentro de un proceso de reconciliación.[12]
Como lo comprende Esperanza Hernández, “la paz  y  la  reconciliación,  deben  construirse  en las estructuras y en la cultura, y no sólo en el alto al fuego o en la mente de los seres humanos. Especialmente, al tener en cuenta no sólo los efectos visibles de la violencia, sino los  invisibles,  representados  en el odio,  el deseo de venganza, el trauma de los perdedores y el poder que el triunfo otorga a los vencedores,  que  a  su vez pueden retroalimentar posteriormente el ciclo de la violencia”[13]

De igual forma, cuando  la  terminación  de  los  conflictos  armados prolongados se condiciona a sacrificar la necesidad de justicia, en términos de enjuiciamiento y castigo de los responsables de delitos de lesa humanidad o crímenes  de  guerra.  En  este  contexto,  la  paz construida  sobre  el  perdón  y  el  olvido,  puede posteriormente ser afectada por un nuevo ciclo de violencia, que se genera por el deseo de venganza y el odio de quienes percibieron que el precio de la paz era la impunidad.

Por lo tanto el proceso de  reconciliación, requiere tener en cuenta las voces de las víctimas de la violencia, a fin de que pueda cerrarse el ciclo de la violencia y construirse una paz sólida, permanente y eficiente. Igualmente, para que la paz sea duradera, debe sustentarse en un proceso de reconciliación, entendido como derecho a la verdad, a la justicia, reparación y a la restauración integral.


2.1 La reconciliación como superación de la impunidad
La Reconciliación como superación de la impunidad, equivale a justicia, en términos de verdad, enjuiciamiento y castigo de los responsables y reparación integral de las víctimas de la violencia. Por el contrario, la impunidad equivale a ausencia o insuficiencia de verdad, enjuiciamiento y castigo de los responsables y de reparación de las víctimas. Debe tenerse en cuenta al respecto, que la justicia es un derecho de las personas y no una concesión benigna del Estado

Es la impunidad  la que incita el delito y la actitud retaliativa de aplicar justicia por la propia mano. Las víctimas de la violencia, han expresado, que su aspiración a sanción y castigo para los victimarios no equivale a venganza, sino al ejercicio de su derecho a la verdad y la justicia. Con mucho acierto,  se ha señalado,  que "...dejar en la Impunidad grandes violaciones de DDHH,  cometidas en el pasado, equivale a autorizar a los mismos violadores o a otros a que desarrollen nuevas violaciones eludiendo el juzgamiento "[14]

La impunidad equivale a la violación de los DDHH y a la inobservancia  de  los  Estados,  de  su  obligación  de respetarlos y hacerlos respetar. La Corte Interamericana de los Derechos Humanos, en sentencia de 1988, dispuso: "...los Estados  deben  prevenir,  investigar  y  sancionar  toda violación  de  los  Derechos  Humanos  reconocidos  por  la Convención y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación de los Derechos Humanos"
A  su  vez.  Monseñor  Gerardi,  principal  inspirador  de la reconciliación en Guatemala y mártir del mismo, manifestó, "La impunidad que se legaliza a través de amnistías es forzar a la sociedad a guardar en el corazón el miedo, fomenta la humillación de la persona y niega su dignidad. Reconciliar es pues, romper con la impunidad y trazar el camino nuevamente en las mentes y corazones de todos"[15].Como lo afirma Esperanza Hernández, la justicia, tienen varias dimensiones: castigo, disuasión, reforma y restauración. Como Castigo, equivale a considerar que para restablecer el equilibrio, se debe hacer daño a quien lo ha causado, dentro de una concepción de "Ojo por Ojo".
Sin embargo, puede ocurrir que la persona que se siente   injustamente   castigada,   empiece   a   albergar sentimientos de venganza.[16] En su dimensión de Disuasión, justicia significa impedir que la conducta injusta y dañina se vuelva a repetir. Como Reparación, equivale a indemnización de la victima; como Reforma, significa la transformación de la mentalidad de los agresores y de la sociedad en general. Como Restauración, la justicia sana o restablece las relaciones destruidas. En esta dimensión, no es suficiente la aceptación de la responsabilidad por parte del victimario, sino su transformación.

No es la dimensión de castigo de la justicia, la que interesa a la Reconciliación, sino las dimensiones de reparación, reforma y restauración. Especialmente esta última por su significado como sanación y restablecimiento. La Reconciliación, como superación de la impunidad o injusticia, es la menos vigente. En parte, porque en muchos países con conflictos armados prolongados, los conflictos se han intentado solucionar por la fuerza de las armas, y en parte, porque en los países donde se han registrado experiencias de Reconciliación mediante Comisiones de Verdad y Reconciliación, estas han evidenciado un alcance muy limitado frente a la posibilidad de enjuiciar a los responsables de violaciones a Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario.[17]

3. LA RECONCILIACIÓN ES RECONOCER AL OTRO: LÉVINAS[18]

 


Lévinas nació en 1905 en Kaunas (Lituania) en el seno de una familia judía y burguesa. En 1914 se vieron obligados a emigrar a causa de la Primera Guerra Mundial, instalándose en Karkhov (Ucrania) donde vivieron la revolución bolchevique. Su experiencia de la vida se arraigó, por una parte, en la conciencia de un pueblo que había padecido las barbaries nazis y se manifestó, por otra parte, dentro del pensamiento francés, sin despreciar por eso la fenomenología alemana. En 1931, tras haber conocido a Heidegger y Husserl, se nacionalizó francés, gracias a lo cual se salvó del trato que recibieron otros judíos en el campo de concentración en Hannover, en el que fue recluido en 1940. Sin embargo, su familia que habitaba en Lituania no tuvo la misma suerte y fue masacrada por los nazis. Por este hecho, Lévinas rompió la relación que mantenía con Heidegger, por la cercanía de éste al nazismo. En estas experiencias hallaría la fórmula de una nueva filosofía, la cual encumbraría a la persona, dejando en un segundo plano al "ser". Así, durante los años 50, Lévinas comenzó a crear una filosofía altamente original, dejando a un lado la ontología y preocupándose por la ética.

 “El rostro, es el modo por el cual Otro se presenta y expone su « forma », la totalidad de su « contenido » [19]. El rostro no es solamente la imagen plástica del Otro, sino más bien todo lo invisible de su vida, la exterioridad de su interioridad, su trascendencia y su libertad. El rostro testimonia de la presencia del tercero, de toda la humanidad”[20]


Lévinas observó que la base de la violencia era el interés, ya que resulta imposible el poder afirmarnos todos, por ello advirtió que este inter-és debíamos convertirlo en des-inter-és, es decir, debíamos de ponernos en el lugar del otro sin esperar nada a cambio. Debíamos, por consiguiente, surgir del ego cartesiano y ver más allá de nosotros mismos; aceptar que somos, tal y como señalaba Aristóteles en su Política, animales cívicos; aceptar que a mi lado se encuentra el Otro, gracias al cual soy yo quien soy. 

Con esto, Lévinas subrayaba la idea de alteridad, rechazando de este modo lo anunciado por la ontología. Ésta se caracterizaba por reducir a lo Mismo todo lo que se oponía a ella como Otro. El conocimiento representaba, así, una estrategia de apropiación, de dominación. Por el contrario, el filósofo de Kaunas, inspirándose en la tradición hebrea, buscó otro modo de pensar esta relación, ya que, como él señalaba, no somos tan sólo hijos de los griegos sino también de la Biblia.[21] La filosofía occidental había mirado hasta el momento únicamente a Grecia, olvidándose de Jerusalén. 

El Otro - absolutamente otro - me aborda desde lo alto[22] y se impone como una exigencia que domina la libertad e indica el fin de mis poderes.[23] Otro, desde su miseria y su señorío, manda al Yo como un maestro.[24]

El rostro pone el ser humano en relación con el mundo y le sitúa en el campo de la ética. La trascendencia del Otro no es un concepto axiológico o metafísico. Es la acogida de una distancia y la aceptación de un saber limitado. Es la cercanía de una justicia hecho a los seres humanos y la libertad que se deja tocar por el sentimiento de vergüenza. Hablar de derechos humanos entonces, consiste a reconocer los derechos de hombres concretos, limitando siempre a la vez su voluntad libre y protegiéndole de toda violencia. Los derechos humanos, son ante todo, derechos del otro hombre y constituyen una coyuntura en la que Dios adviene a la idea. Ser Yo en el mundo es siempre tener una responsabilidad de más que los otros. Y ser para-otro designa lo humano en los derechos que una sociedad se da. Los derechos humanos nacen en una historia y requieren tiempo y paciencia. En esta historia humana la apertura desinteresada al Otro trastorna verdaderamente al Yo y lo provoca al universal, es decir al deseo de vivir con y en medio de los otros.

Lévinas propone pensar de nuevo la filosofía entendiendo a ésta no ya como amor a la sabiduría, sino a la inversa, como la sabiduría que nace del amor. Pues lo que define al ser humano no es el ser, tampoco el interés, sino el desinterés. Por ello, hemos de tomar distancia del cogito, del sistema y de lo lógico, pues estos tres términos son los que habían caracterizado al pensamiento occidental hasta el momento, y crear una filosofía de la diferencia ya que lo importante no es el ser, lo concreto, sino la diferencia. 

Es por esto por lo que debemos preocuparnos por el otro y no verlo como alguien enfrentado ya que, al fin y al cabo, hay yo porque hay responsabilidad, pues el yo es el resultado de que alguien nos haya cuidado. Y gracias a esto podemos sentirnos insustituibles, porque detrás de mí hay otros que no son yo. Fue así como Lévinas propuso un humanismo del otro hombre, del hombre que se responsabiliza y responde totalmente por el otro

Con Emmanuel Lévinas habitamos en presencia de un pensamiento existencialista y humanista. Fortalecido por sus principios judíos, proyecta de forma inevitable la cuestión del Otro, de su existencia, de su radical diferencia, de su autonomía y de su trascendencia. El hecho de haber vivido tiempos de guerras y presenciar sus nefastas consecuencias, lo implica en desear reciamente hacer florecer la paz en los espíritus y en los corazones. Por haber seguido la orilla de una de las más grandes tragedias del siglo XX, Lévinas hace el elogio de la vida del Otro, de su señoría. La vida del pobre y del inocente, del desplazado, del oprimido, del agraviado es entonces por excelencia la norma, la ley y el fundamento de cualquier actitud humana. Ella es juez en causa propia y tiene poder de derribar a los poderosos y enaltecer a los humildes, a aquellos que lo han perdido todo, incluyendo su dignidad: las victimas

La sanación de sociedades enfermas, requiere, de verdad, justicia y restauración como urgentes medidas terapéuticas, para evitar la eternización del conflicto armado. Esta sanación, no solo tiene una sola dimensión de carácter político-jurídico, sino espiritual, cultural, psicosocial y económica. Por lo anterior debe ser integral y mirar las necesidades de las víctimas.
Responder a las necesidades de las víctimas, es un aspecto esencial dentro de la gama de objetivos de la justicia restaurativa. Es vital tener en cuenta que muchas de las victimas experimentan fuertes cuadros sintomatológicos, como consecuencia del síndrome de stress pos trauma y deben ser atendidas, con responsabilidad y respeto, por parte del Estado y de la sociedad en general, la omisión del Estado ante las necesidades de las víctimas, solo incrementara el sentimiento de impunidad de los vencidos. Para que exista en verdad justicia restaurativa, el Estado, no solo deberá hablar con elocuencia de la misma, sino, demostrar con actos tangibles, que es capaz de cumplir con sus deberes y obligaciones para con los vencidos. Solamente de esta manera, se podrá iniciar el proceso de sanación social, para un país que se encuentra postrado en cuidados intensivos.
CONCLUSIONES
La sociedad colombiana, está buscando urgentemente una solución sólida y fundamentada, de carácter perdurable, que permita desterrar la terrible violencia endémica que azota a la Nación. Esta sociedad sabe con certeza, que no son muchas las opciones disponibles.
La justicia restaurativa, es una de las alternativas de solución del conflicto, que se plantea, como una nueva estrategia de carácter audaz y desafiante, que deslegitima la barbarie, como medio y como fin político, procura salidas de carácter ético y se enfoca en la reivindicación de las víctimas, que son todos los miembros de nuestra sociedad civil.
Hablar de justicia restaurativa, también es concientizarse de que la paz no se puede construir sobre la negación de los derechos de las victimas a la verdad, a la justicia y a la reparación integral. Es, abordar la reconciliación, desde su significado integral, esto es, como verdad, superación de la impunidad, reconstrucción de la memoria común e indagación seria, desde las voces de las victimas.
La propuesta de la Justicia restaurativa, tiene elementos, que desarrollados adecuadamente, contribuyen a la sanación de la sociedad enferma por la violencia. Sin embargo, alterar algunos de sus fundamentos e interpretarla maquiavélicamente, con fines y precios políticos, contribuirían a la escalada de mayor violencia y destrucción. No se debe olvidar, que los colombianos intergeneracionalmente han sido testigos de salidas fraudulentas y de innumerables promesas no cumplidas, muchas de ellas con consecuencias desastrosas que han dejado en déficit, la credibilidad del Estado y aumentado el ciclo de desilusión, aislamiento, victimización, engaño y violencia.
El escuchar a las víctimas, reconocerlas y respetarlas, como al “otro” es un ejercicio que también se podría pensar desde la pedagogía, especialmente en ramas como la ética, la política y la convivencia ciudadana. La justicia restaurativa, no puede producir milagros de la noche a la mañana, pero como justicia comparte un ideal político, que es esencial para una Nación: el bien común. 
Las principales víctimas de la guerra están en la población civil y por eso es necesario que se asuma un rol más protagónico en la discusión del pasado, presente y la reconstrucción del futuro. Es necesario reconocer el rostro del “otro” respetar su dignidad y los derechos humanos de las victimas a partir de la experiencia limite del sufrimiento y de la ciega barbaridad que afecta a los inocentes ajenos al conflicto. Para ello es necesario escuchar la voz de Lévinas, quien propone una concepción de la alteridad la cual se basa sobre la epifanía del rostro del otro y llama a la responsabilidad de cada uno. El Otro, o sea « ser-para-el-otro » o sea « imagen y semejanza » es la fuente de toda alteridad y garantiza una fundamentación de los derechos humanos y del respeto por la vida de las víctimas: Los vencidos.
Aunque el comportamiento de los actores armados, cada vez es mas violento, y se separe del bien común, es deber de todos los Colombianos, de todas las víctimas, de los victimarios y de todos los vencidos, encontrar una salida pacífica que actué efectivamente contra los efectos opresivos de la violencia, que permita nuestro derecho a rescatar la memoria y a construir una sociedad digna que procure nuestro bien común como Nación.



BIBLIOGRAFÍA

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· Díaz, E y Colomer, J.E. Estado, justicia, derechos. Alianza, Madrid, 2002.

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· Palacios, Yépez, Alberto, Memorias Seminario Taller: Superación de la Impunidad, Reparación, Reconstrucción y Reconciliación, Bogotá, octubre 4-6 de 1999

· Reyes, Mate, Manuel, La razón de los vencidos, Anthropos, Barcelona,1991.

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· Uribe, Maria Victoria "Matar, rematar y contramatar. Cinep, Ediciones Antrópos Limitada, Bogotá, 1996.




[1] Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de la Salle. Locutor y Productor de Radio y Televisión por el C.S.T.  Especialista en Bioética por la Pontificia Universidad Javeriana. Magister en Ciencias de la Educación por la Universidad de San Buenaventura. Diplomado en Tanatología, por la Academia Colombiana de Medicina y Diplomado en educación virtual por la FUNLAM, Bogotá. Ex-Rector y  Ex -Vicerrector del Colegio Nueva York, Bogotá. Investigador grupo Dignificación USB y profesor de la FUNLAM, Bogotá. Docente de Filosofía (Diploma) del Colegio Colombo Gales.

[2] Titulo del documento expuesto en la especialización de Bioética del año 2003 por. Esperanza Hernández Delgado y sobre el cual se fundamenta este aparte. Hernández es Investigadora, docente y consultora en las temáticas de Violencia y Paz, Desplazamiento forzado, Iniciativas de paz desde la base, Experiencias de resistencia Civil, Niñez y conflicto armado.
[3] Cfr. Visita de S.S. Pablo VI a la O.N.U., en Documentación Católica 62 (1965).
[4] Lobo, Ricard I. Una Moral para tiempos de crisis. Edic. Sígueme, Salamanca,1978
[5] Thompson, J. M. The French revolution. Blackwell, Oxford, 1973, 6ta edición
[6]Nota personal : Entendida en algunos contextos como reparación. Sin embargo reparación equivale a indemnización de la victima. La cercanía al termino ingles restorative, se asimilo al español restaurar, para indicar que la justicia sana y restablece las relaciones destruidas.

[7] Hernández, Delgado, Esperanza. Cuadernillo Pedagógico: Superación de la Impunidad, Reparación, Reconstrucción y Reconciliación. Diakonia Acción Ecuménica Sueca, Justapaz, Corporación Avre y otras, Bogota, Noviembre 2000.
[8] Ibídem..
[9] Al respecto, se puede analizar  la visión Critica de superar el pasado de M. Looff. Olvido, revisión de la historia y rebelión de la memoria. IVA, Madrid, 2000. En esta visión la voluntad de perdón y olvido es considerada una de las estrategias de las élites políticas, que da paso a la posibilidad práctica de eliminar el poder juzgar formalmente a los culpables de violación de Derechos Humanos.
[10] Hernández. D. Esperanza. Documento “Los significados de la reconciliación desde las voces de las victimas”pág 7 Cfr. Nota aclaratoria No 68.
[11]Galtung, Johan. Tras la violencia, 3R: Reconstrucción, Reconciliación, Resolución. Afrontando los efectos visibles e invisibles de la guerra y la violencia. Gernika Gogoratuz, 1998, pág. 13.Galtung, considera que el proceso de construcción de la paz se encuentra en tres términos que inician con R: reconstrucción, reconciliación y resolución. Reconstrucción como frente a los efectos devastadores de la violencia directa. Reconciliación orientada hacia los efectos de la misma violencia cultural y finalmente... Resolución de los conflictos generados por la violencia estructural.  
[12] Ibídem.
[13] Ibídem.
[14] Gallón, Giraldo, Gustavo "Reflexiones sobre la lucha contra la impunidad en el tránsito hacia la paz en Colombia", en: Seminario Internacional Verdad y Justicia en Procesos de Paz o Transición a la Democracia, oficina en Colombia del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Bogotá, 1999.

[15] Monseñor Juan Gerardi, discurso pronunciado en Alemania en 1995.
[16] Hernández, Delgado, Esperanza “Los significados de la reconciliación desde las voces de las victimas” Documento expuesto en la especialización de Bioética 2003, pág 13
[17] Ibíd

[18]Emmanuel Lévinas (1905-1995) Judío nacido en Lituania. Lévinas se encuentra entre los grandes pensadores del siglo vigésimo. Su pensamiento interpela tanto a los filósofos como a los teólogos. Su experiencia de la vida se arraiga, por una parte, en la conciencia de un pueblo que ha padecido las barbaries nazis y se manifiesta, por otra parte, dentro del pensamiento francés, sin despreciar por eso la fenomenología alemana.

[19] TI pág 75
[20] TI pág 226
[21] LÉVINAS. "Somos hijos de la Biblia y de los griegos", El País, 13-VI-89, pág.39, entrevista con J. Méndez
[22]Ibídem
[23] TI pág 109
[24] TI págs 95 y 226