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martes

Filosofía Contemporanea





El matemático y filósofo británico Alfred North Whitehead reavivó el interés por la metafísica especulativa al desarrollar un gran sistema técnico de conceptos que combinaba la teoría platónica de las ideas con el organicismo de Leibniz y Bergson. Whitehead (que también fue un físico notable) aplicó los avances revolucionarios de la ciencia del siglo XX para mostrar el fracaso de la ciencia mecanicista como un medio para interpretar la realidad de una forma global y absoluta. Según Whitehead, las cosas no son sustancias inmutables con límites espaciales definidos, sino procesos vivos de experiencia que personifican objetos eternos o universales, fusionados por Dios. En colaboración con Bertrand Russell escribió Principia Mathematica (3 vols. 1910-1913), monumental obra que pretendió definir la interrelación entre la lógica y las matemáticas.


El poeta y filósofo estadounidense de origen español Jorge Ruiz de Santayana compaginó el pragmatismo, el platonismo y el materialismo en una gran filosofía que subrayó los valores intelectuales y estéticos. Expuso sus ideas más relevantes y sistematizó su filosofía ética en uno de sus primeros trabajos, La vida de la razón (5 vols., 1905-1906). Benedetto Croce hizo del idealismo la tradición dominante en la filosofía italiana, recuperando la concepción hegeliana de la realidad como un proceso de desarrollo histórico a través del conflicto de opuestos, pero incidió en los sentimientos y la intuición (en lugar de la razón abstracta) como la fuente de la verdad última. Bertrand Russell prosiguió fiel a las tradiciones empíricas y utilitaristas en el pensamiento británico. La aplicación por Russell de los avances en lógica, matemáticas y física a los problemas de la filosofía alcanzaron gran eco en la escuela del empirismo lógico. El filósofo británico George Edward Moore (la figura más importante de la llamada revuelta realista contra el idealismo) abogó por la realidad de los objetos apoyándola en la creencia del sentido común. El estilo sencillo de Moore y su preciso uso del lenguaje cotidiano incidieron en el desarrollo de la escuela de filosofía analítica.

El Tractatus logico-philosophicus, obra del pensador austriaco Ludwig Wittgenstein, está considerado uno de los tratados filosóficos más importantes del siglo XX. Redactado en forma de proposiciones sucesivas y numeradas, su intención de refundar la filosofía en torno a la lógica del lenguaje ejerció una profunda influencia en la filosofía analítica. Una vía de filosofía analítica, también llamada análisis lingüístico, que se inspiró en el trabajo de Moore, y fue desarrollada en concreto por Ludwig Wittgenstein en su Tractatus logicus-philosophicus (1921), se ha convertido en la corriente dominante de la filosofía británica actual. Esta escuela de pensamiento también rechaza la metafísica especulativa y centra la filosofía en la tarea de ordenar el rompecabezas intelectual causado por la ambigüedad del lenguaje merced al análisis de las palabras propias del discurso ordinario. Identifica el significado de una palabra con el sentido con que de forma corriente esa palabra es utilizada.

La escuela del empirismo o positivismo lógico, fundada en torno al denominado Círculo de Viena, se convirtió en un movimiento importante del pensamiento estadounidense. El empirismo lógico (que combina el positivismo de Hume y Comte con el rigor y la precisión lógicas de Descartes y Kant) rechaza la metafísica como un juego terminológico sin sentido, insiste en la definición de todos los conceptos en términos de hechos observables, y asigna a la filosofía la tarea de clarificar los conceptos y la sintaxis lógica de la ciencia.


La filosofía existencial, que surgió como heredera de la revuelta romántica del siglo XIX contra la razón y la ciencia en favor de la implicación apasionada en la vida, fue muy importante en el pensamiento a través del trabajo de Martin Heidegger (autor de El ser y el tiempo, 1927) y en menor escala de Karl Jaspers. Heidegger combinó el planteamiento fenomenológico de Husserl con el énfasis que Kierkegaard ponía en la intensa experiencia emocional y la concepción de Hegel de la negación como una fuerza real. La filosofía de Heidegger sustituye la nada por Dios como la fuente de los valores humanos; Jaspers encontró a Dios (al que llamó Transcendencia) en la intensa experiencia emocional de los seres humanos. El español Miguel de Unamuno desarrolló un original pensamiento que destacaba el valor de la existencia individual, el sentimiento trágico de la inmortalidad humana y el valor de la literatura como fuente de expresión filosófica. José Ortega y Gasset, principal representante de la filosofía en España, defendió la intuición frente a la lógica y criticó la cultura de masas (La rebelión de las masas, 1930) y la sociedad mecanizada de los tiempos modernos. Ortega y Gasset Conocido en todo el mundo gracias a uno de sus principales trabajos, La rebelión de las masas (1930), el pensamiento de Ortega y Gasset fue determinante en el surgimiento de la denominada Escuela de Madrid, que pretendió la renovación del panorama intelectual español durante la primera mitad del siglo XX. Su obra sigue siendo difundida por la Fundación creada en 1978 y que lleva su nombre. El erudito y autor sionista de origen austriaco Martin Buber, compaginando el misticismo judío con las tendencias del pensamiento existencial, interpretó la experiencia humana como un diálogo entre el individuo y Dios.

Varias síntesis de la teología tradicional con la idea existencial de que el conocimiento es más emocional que científico han sido realizadas en Suiza por Karl Barth y en Estados Unidos por Reinhold Niebuhr y Paul Tillich. En Francia, Jean-Paul Sartre fue uno de los que más contribuyó a la popularización del existencialismo. Sus escritos filosóficos (especialmente El ser y la nada, 1943, y Crítica de la razón dialéctica, 1960), novelas y obras de teatro fusionaron las ideas de Descartes, Marx, Kierkegaard, Husserl y Heidegger en una concepción de los seres humanos que se proyectan a sí mismos fuera de la nada mediante la afirmación de sus propios valores y, por tanto, asumiendo la responsabilidad ética de sus actos. Durante la década de 1960 los escritos de Martin Luther King señalaron que la filosofía había estado demasiado alejada de los importantes acontecimientos sociales y políticos que estaban produciéndose en todo el mundo. Siguiendo los principios del líder nacionalista indio Mohandas Karamchand Gandhi, King abogó por una actitud de resistencia cívica y no violenta ante la injusticia.

EL ESTRUCTURALISMO
El Estructuralismo se consolida como un movimiento europeo en el área de la humanidades que emergió en Francia a mediados de la década de 1950 y en el que el lenguaje desempeña una función clave. Tiene sus raíces en la lingüística de Ferdinand de Saussure, cuya principal propuesta es que “el lenguaje no es ni una forma ni una sustancia”. Su nacimiento real tuvo lugar en 1955, cuando el filósofo Claude Lévi-Strauss (influido por Saussure pero también por los antropólogos y lingüistas estadounidenses y los formalistas rusos) publicó en el Journal of American Folklore un artículo titulado El estudio estructural del mito: Un mito, donde afirmaba que el mito “como el resto del lenguaje, está formado por unidades constituyentes” que deben ser identificadas, aisladas y relacionadas con una amplia red de significados. Así pues, los fenómenos culturales pueden considerarse como producto de un sistema de significación que se define sólo en relación con otros elementos dentro del sistema, como si fuera el propio sistema quien dictase los significados. Todo código de significación es arbitrario, pero resulta imposible aprehender la realidad sin un código.

El estructuralismo se propone identificar y definir las reglas y limitaciones en el seno de las cuales, y en virtud de las cuales, el significado es generado y comunicado. Este método, que se define como inmanente porque no mira en el exterior para explicar los fenómenos culturales, elimina la búsqueda de autenticidad allí donde, por ejemplo, se encuentran diferentes versiones de un mito: el análisis estructural toma en consideración todas las variantes halladas en el estudio de un fenómeno determinado. Otra función del método es la de interpretar el funcionamiento de la mente, tanto en las culturas primitivas como en las culturas científicas, como un todo estructuralmente idéntico: la teoría kantiana de los procesos de pensamiento queda así demostrada a posteriori por la investigación antropológica. El estructuralismo se ha aplicado a la sociología, la crítica literaria y la filosofía, revelándose extraordinariamente útil en el estudio de la narrativa.

Su difusión en España y Latinooamérica se inició a partir de la década de 1960 y alcanzó su máximo auge al coincidir con las reformas educativas de la década siguiente. Destacan, entre otros, los procesos de reformas lingüísticas llevados a cabo en Argentina, España y México, con autores como Ana María Barrenechea, Emilio Alarcos, Francisco Rodríguez Adrados, Idolina Noguel y Antonio Domínguez. Entre los principales teóricos del movimiento estructuralista destacan Roland Barthes, Michel Foucault, Jacques Lacan y, más recientemente, Jacques Derrida. El estructuralismo ha sido criticado por su devaluación de la autonomía individual y su aparente desprecio de la historia.


FILOSOFIA HERMENEUTICA
El original pensamiento del filósofo alemán Hans-Georg Gadamer estuvo basado en una peculiar teoría hermenéutica. Para él, el conocimiento humano está en un constante proceso de formación e interpretación. Influido por Husserl y Heidegger, Gadamer intentó combinar la dialéctica de Georg Wilhelm Friedrich Hegel y la tradición hermenéutica de Friedrich Schleiermacher y Wilhelm Dilthey en la, por él creada y denominada, hermenéutica filosófica, que llegó a superar a los maestros clásicos en los métodos de interpretación textual. Para Gadamer, el conocimiento es fundamental para la existencia humana. Sólo desde su propio horizonte de interpretación, “que está en constante formación”, puede el hombre comprenderse y comprender el entorno. Cada conocimiento es una constante interpretación y, ante todo, un conocimiento de sí mismo.

En su principal obra, Verdad y método (1960), desarrolló un auténtico manual de experiencias (es decir, de posibilidades de conocimiento) de arte, literatura e historia. Según se expone en esta obra, el conocimiento se origina a partir de la experiencia de la verdad, que precede a la metodología científica. El conocimiento hermenéutico se manifiesta en la lengua, el habla o las situaciones de habla, las cuales, si se pretende una comunicación eficaz, deben estar ajustadas al “horizonte” de los hablantes: “Esto forma parte de cada auténtica comunicación, que se entra en el otro...”. El conocimiento está ligado a la lengua; el hombre es, ante todo, un ser comprensible a través del lenguaje. También en Verdad y método, Gadamer declara: “Querer evitar los conceptos propios en la interpretación, no sólo es imposible sino que es un absurdo evidente. Interpretar consiste en poner en juego los propios preconceptos, con lo que la intención del texto se hace evidente para nosotros a través de la lengua”. Otras importantes obras suyas son: La ética dialéctica de Platón (1931), Pequeños escritos (4 vols., 1967-1977), La dialéctica de Hegel (1971), La razón en la época de la ciencia (1976) y Mis años de aprendizaje (1977).

ESCUELA DE FRANKFURT

La Escuela de Frankfurt, es un movimiento filosófico y sociológico fundado en 1923 y asociado al Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt. Su portavoz fue en un principio Max Horkheimer, quien sería nombrado director del Instituto en 1930 y que expuso la ‘teoría crítica’ de esta escuela en su periódico Zeitschrift für Sozialforschung (artículos recopilados en la obra publicada en 1968 Teoría crítica). La escuela era de inspiración marxista aunque también admitía otras formas de liberación como el psicoanálisis. Sostenían que el marxismo, al igual que cualquier otra doctrina, debía someterse a la crítica. Argumentaban que la sociedad moderna está aquejada de enfermedades que sólo pueden ‘curarse’ con una transformación radical de la teoría y la práctica, y que la tecnología constituye una de esa enfermedades y no es una solución, como había supuesto Marx. Asimismo, mantenían que la revolución proletaria que habría de liberar a la humanidad no es inevitable y que el pensamiento teórico no es del todo independiente de las fuerzas sociales y económicas.

La función de la ‘teoría crítica’ era analizar detalladamente los orígenes de las teorías en los procesos sociales, sin aceptarlas de inmediato como hacían los empiristas y positivistas, ya que ello sería aceptar implícitamente procesos y condiciones de los que el hombre ha de emanciparse. Afirmaban que las ciencias no están libres de valores, sino que conllevan supuestos implícitos cuya condición de valor está oculta por su evidente obviedad. Estos juicios de valor, como la conveniencia de dominar la naturaleza mediante la tecnología, deben ‘desenmascararse’ y exponerse a la crítica. En 1930 Theodor Adorno se asoció al Instituto. Era un hombre de inteligencia excepcional y muy versátil, experto en música, así como en filosofía y sociología. Su amigo Walter Benjamin también colaboró y en 1933 se asoció Herbert Marcuse, discípulo de Martin Heidegger. Al año siguiente los nazis cerraron el Instituto por sus tendencias comunistas y la ascendencia judía de la mayoría de sus miembros, muchos de los cuales se exiliaron, entre ellos Horkheimer, Adorno y Marcuse.

El Instituto volvió a abrir sus puertas en Nueva York con el nombre de Nueva Escuela de Investigación Social. En esa época aparecieron publicadas diversas obras: Razón y revolución (1941), interpretación hegeliana de Karl Marx escrita por Marcuse, La dialéctica de las Luces (1947) de Adorno y Horkheimer, Minima Moralia (1951) de Adorno y La personalidad autoritaria, obra sobre psicología empírica de Adorno y otros autores. El Instituto retornó a Frankfurt a comienzos de la década de 1950 junto con Horkheimer y Adorno, que fue su director entre 1958 y 1969. Marcuse y los demás miembros permanecieron en Estados Unidos.El miembro más destacado de la escuela en los últimos años ha sido Jürgen Habermas. En su Teoría y práctica (1963) y Conocimiento e interés (1968) apoya los puntos de vista de Adorno y Horkheimer de que las ciencias engloban presupuestos e intereses ideológicos y que la razón del progresismo ha pasado a ser un medio de opresión. En su Teoría de la acción comunicativa (1981) aboga por un ideal de comunicación que englobe a todos los seres racionales y que esté totalmente libre de la dominación y el interés.



TEORIA CRITICA POSTESTRUCTURALISTA

El Postestructuralismo, se considera una rama contemporánea de la teoría de la crítica, especialmente desarrollada en Francia, que afecta a áreas tan diversas como el psicoanálisis, la historia, la filosofía y la teoría literaria. Su relación con el estructuralismo ha sido objeto de un intenso debate y podría definirse como derivado del estructuralismo o como su antítesis. Algunos críticos incluyen a estos teóricos en dos campos diferenciados, el estructuralista y el postestructuralista. El historiador francés Michel Foucault, por ejemplo, afirmó que no era estructuralista a pesar de haber escrito lo que muchos consideran modelo del análisis estructuralista, y otro tanto puede decirse del psicoanalista Jacques Lacan. A ambos se les califica también como postestructuralistas. Esta confusión aparente procede de concepciones divergentes sobre la naturaleza del estructuralismo. Si se le considera limitado a los planteamientos del antropólogo Claude Lévi-Strauss y a las primeras obras del crítico literario Roland Barthes, en cuyos textos se analizaban los mitos, las instituciones sociales y culturales en relación con los opuestos que engloban y que conforman su estructura, sin que ni sus autores ni sus participantes sean conscientes, entonces el postestructuralismo es algo muy diferente. El postestructuralismo trata de superar la tendencia, aparentemente endémica en el pensamiento humano, de contemplar la realidad como la unión de dos opuestos, pero ambas corrientes comparten otras coincidencias: ambas rechazan la primacía del sujeto humano, como pone de manifiesto el humanismo filosófico, y aceptan las consecuencias del "desdoblamiento" del sujeto efectuado por Karl Marx, Fiedrich Nietzsche y Sigmund Freud, entre otros. Al sujeto se le considera como un producto, un punto focal de fuerzas, más que un agente creativo. La obra literaria es un tejido de otros textos cuyo significado viene determinado por sus lectores más que por la intención del autor. Las implicaciones de semejante punto de vista en el psicoanálisis y la historiografía son inmensas. Para Lacan, el dominio ineludible del lenguaje de los otros es el núcleo de la alienación psicológica. La historia postestructuralista analiza las estructuras institucionales, sociales y políticas en términos de la relación entre significado y poder, y su teoría pone en cuestión la verdadera naturaleza de las relaciones entre la realidad, el lenguaje, la historia y el sujeto.

El filósofo francés, Michel Foucault (1926-1984), intentó mostrar que las ideas básicas que la gente considera verdades permanentes sobre la naturaleza humana y la sociedad cambian a lo largo de la historia. Sus estudios pusieron en tela de juicio la influencia del filósofo político alemán Karl Marx y del psicoanalista austriaco Sigmund Freud. Foucault aportó nuevos conceptos que desafiaron las convicciones de la gente sobre la cárcel, la policía, la seguridad, el cuidado de los enfermos mentales, los derechos de los homosexuales y el bienestar. Las principales influencias en el pensamiento de Foucault fueron los filósofos alemanes Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger. Nietzsche mantenía que la conducta humana está motivada por una voluntad de poder y que los valores tradicionales habían perdido su antiguo dominio opresivo sobre la sociedad. Heidegger criticó lo que llamó "nuestro actual entendimiento de ser tecnológico". El pensamiento de Foucault exploró los modelos cambiantes de poder dentro de la sociedad y cómo el poder se relaciona con la persona.

Investigó las reglas cambiantes que gobiernan las afirmaciones que pueden ser tomadas de forma seria como verdaderas o falsas en distintos momentos de la historia. Estudió también cómo las prácticas diarias permiten a la gente definir sus identidades y sistematizar el conocimiento; los hechos pueden ser entendidos como productos de la naturaleza, del esfuerzo humano o de Dios. Foucault afirmaba que la concepción de las cosas tiene sus ventajas y sus peligros. El pensamiento de Foucault se desarrolló en tres etapas. La primera, en Locura y civilización (1960), que escribió mientras era lector en la Universidad de Uppsala, en Suecia, reflejó cómo en el mundo occidental la locura —que alguna vez se pensó infundida por inspiración divina— llegó a ser considerada como enfermedad mental. En esta obra intentó exponer la fuerza creativa de la locura que había sido reprimida tradicionalmente por las sociedades occidentales. En su segunda etapa escribió Las palabras y las cosas (1966), una de sus obras más importantes.

La última etapa de Foucault empezó con la publicación de Vigilar y castigar, en 1975. Se preguntaba en este ensayo si el encarcelamiento es un castigo más humano que la tortura, pero se ocupa más de la forma en que la sociedad ordena y controla a los individuos adiestrando sus cuerpos; por ejemplo, un entrenamiento básico puede disciplinar y preparar a una persona para ser un soldado. Los últimos tres libros de Foucault —Historia de la sexualidad, Volumen I: Introducción (1976), El uso del placer (1984) y La preocupación de sí mismo (1984)— son parte de una truncada historia de la sexualidad. En estos libros, Foucault rastrea las etapas por las que la gente ha llegado a comprenderse a sí misma en las sociedades occidentales como seres sexuales, y relaciona el concepto sexual que cada uno tiene de sí mismo con la vida moral y ética del individuo.

En todos los libros de este último periodo, Foucault intenta mostrar que la sociedad occidental ha desarrollado un nuevo tipo de poder, al que llamó bio-poder, es decir, un nuevo sistema de control que los conceptos tradicionales de autoridad son incapaces de entender y criticar. En vez de ser represivo, este nuevo poder realza la vida. Foucault anima a la gente a resistir ante el Estado del bienestar desarrollando una ética individual en la que cada uno lleve su vida de tal forma que los demás puedan respetarla y admirarla.

LA COMPLEJIDAD
El termino de complejidad se encuentra relacionado con Edgar Morin (1921- ), sociólogo y filósofo francés cuyos trabajos abarcan un campo muy amplio de investigaciones. Nació en París en 1921, estudió derecho, filosofía, historia y ciencias políticas. Se afilió al Partido Comunista durante la guerra y fue expulsado en 1951. En 1950 fue admitido en el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique). En 1959 fundó con Georges Friedmann y Roland Barthes el Centro de Estudios de Comunicación de Masas y publicó la revista Communication. A continuación fundó la revista Arguments, que se publicó desde 1957 hasta 1963. Fue nombrado director de investigaciones en el CNRS en 1973. Hoy dirige el Centro de estudios interdisciplinares que depende de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales.

Edgar Morin se interesó por las relaciones entre lo real y lo imaginario en la cultura de masas difundida por los medios de comunicación (El espíritu de la época, 1966). Intentó explicar el fenómeno del ‘rumor’, estudiando la propagación de una información vaga, imprecisa y consolidada, basada en el antisemitismo, en personas más o menos crédulas. Muy pronto se convirtió en el defensor de una sociología del presente, llamada ‘evidencial’ (Diario de California, 1970, y El paradigma perdido de la naturaleza humana, 1973).

Con su serie El método, obra aparecida en tres volúmenes (1977, 1980 y 1986), inauguró un nuevo campo de investigaciones; conociendo la complejidad de los sistemas, lejos de buscar la unidad de las ciencias, destacó la importancia de la noción de desorden. Dio un papel destacado al concepto de ‘ecosistema’, con el que intenta explicar la diversidad real surgida de la autoorganización, la selección y la adaptación del mundo humano. En Ciencia con consciencia (1982) profundizó el concepto de la complejidad. Una de sus últimas obras, publicada en 1987, concierne a la cultura europea: Pensar en Europa.