La filosofía del lenguaje consiste en una serie de reflexiones y análisis
sobre las relaciones del lenguaje natural con el pensamiento y la realidad. En
este sentido se puede afirmar que la filosofía del lenguaje limita con la
lingüística en sus dimensiones semántica y pragmática. Sin embargo, las
concepciones filosóficas sobre el lenguaje, se han distinguido de las
propiamente lingüísticas en cuanto a dos características: En primer
lugar, en cuanto a su finalidad y objetivo: las teorías filosóficas sobre el
lenguaje (en particular las semánticas) han perseguido en la mayoría de los
casos la resolución de problemas filosóficos tradicionales, que podían estar
adscritos a disciplinas dispares, como la lógica, la ética o la estética.
El análisis del lenguaje natural, y los problemas que presenta son un
recurso fundamental para la resolución de rompecabezas conceptuales. Esta es la
orientación específica, de la filosofía analítica,escuela
filosófica caracterizada precisamente por una metodología ‘lingüística’ en
sentido amplio, metodología consistente en el análisis cuidadoso de los
términos y formulaciones lingüísticas de los problemas filosóficos. Las teorías
propiamente semánticas surgidas de esta orientación fueron, al menos a comienzos
de siglo, un subproducto de la labor central del análisis filosófico.
En segundo lugar, la filosofía del lenguaje se ha diferenciado de
la semántica y pragmática lingüísticas en cuanto a su metodología. Se ha
distinguido aquélla por el empleo preferente del análisis lógico o conceptual y
por la escasa atención a los datos comparativos. Desde este punto de vista, el
filósofo siempre ha tendido a considerar la lengua como un sistema formal
particularmente enrevesado, cuyas deficiencias era preciso remediar o suplir.
En esto, no hay que decirlo, existe una larga tradición en la historia de la
filosofía. La idea venerable es que, al constituir el lenguaje natural una
herramienta tan deficiente para expresar nuestro conocimiento o naturaleza de
la realidad, es preciso optar por 1) sustituir el lenguaje natural por una
lengua natural, filosófica, que transparente las relaciones entre
expresiones, pensamientos y realidad, o 2) analizar el lenguaje natural para
que quede patente su auténtica estructura formal o conceptual, única forma de
alcanzar la solución de muchos problemas filosóficos.
Ambos enfoques, con matices, se encuentran presentes en la filosofía
contemporánea del lenguaje, en particular en la filosofía analítica del
lenguaje. Aunque ésta no se distingue particularmente por su conciencia
histórica, el propio desarrollo del programa de la asignatura pretende poner de
manifiesto este punto: que las ideas básicas que han movido la investigación
filosófica del lenguaje a lo largo de la historia son similares, y que surgen
de la misma fuente: una radical insatisfacción con la naturaleza de nuestro
lenguaje o del uso que hacemos de él, una urgencia de comprenderlo mejor para
afrontar con éxito los antiguos y nuevos laberintos intelectuales y vitales.
Sin embargo, las diferencias en la concepción de lo que es la filosofía
del lenguaje se han ido difuminando en los últimos veinte años, por influencia
en las investigaciones que se desarrollan en el ámbito de la lingüística
generativa y de las ciencias cognitivas. Hoy día es cada vez más difícil
establecer una distinción tajante entre las formas de practicarla y los
resultados que se alcanzan son considerados pertinentes tanto para la
lingüística como para la filosofía.
Por eso, la finalidad
de este panorama de los principales autores que han contribuido a lo largo de
este siglo a la semántica filosófica es la de proporcionar una visión global,
tanto a filósofos como a lingüistas, del desarrollo de las diferentes
concepciones generales sobre la relación del lenguaje con la realidad y el
pensamiento. Creemos que, como a lo largo de toda la historia de las ideas
lingüísticas, una visión de esta clase debe sustentar las investigaciones
particulares que unos y otros pueden llevar a cabo.
Fuente: UNED, Madrid.
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La lingüística como entrada a la mente Steven Pinker
Savater y Ludwig Wittgenstein
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